Una de las noticias del día ha sido la propuesta de Miquel Iceta como candidato a presidente del Senado. Una idea de Pedro Sánchez que ha sido interpretada como un guiño al nacionalismo catalán en ciertos medios. Alguno de los denominados analistas políticos – ya saben aquellos/as que han hecho de su ridícula participación en televisiones, como en este caso Elisa Beni, su forma de vida – han destacado su origen catalán como su principal baza.

Curiosamente los partidos nacionalistas como ERC o JXC no parecen estar por la labor. Y su decisión es importante ya que Miquel Iceta no es Senador, por lo que debe ser designado desde la cámara catalana. Por otro lado, el mundo catalán constitucionalista y no nacionalista, tampoco parece estar muy satisfecho con la designación. Muchos recordamos que Miquel Iceta no tuvo el decoro ni la vergüenza de salir a la calle en la manifestación del 8 de octubre de 2017 cuando Cataluña se jugaba su supervivencia. La cobardía de Iceta fue recompensada por un necesitado Sánchez que siempre ha usado al catalán como punta de lanza de sus pactos con los independentistas.

Iceta, por lo tanto, no es un político bien valorado, por unos y otros, en Cataluña. Para los independentistas es algo así como un traidor. Para el mundo constitucionalista es algo así como un cobarde. Eso nos hace pensar que hay una tercera Cataluña, la socialista que no es una cosa ni otra. Ni son independentistas ni para muchos son constitucionalistas. La duda es pues sí tiene lógica que un político que no representa más que a los suyos pueda gestionar con calidad el Senado. En todo caso, queda claro que no lo hará nunca como catalán, como algunos venden, sino simplemente como socialista. Y es triste recordar pero ser socialista, ahora mismo, en Cataluña y en España tiene un extraño significado de «apatrida». Porque recordemos el dinero y el cargo público nunca pueden considerarse una patria. Y eso es lo único que quieren un buen número de socialistas.