La verdad es que criticar a Piqué tras la bronca nocturna con la Guardia Urbana de Barcelona sería muy sencillo. Hilamos cuatro párrafos densos, mezclamos una dosis de oportunismo, echamos unos hielos de la poca sabiduría del defensa y, seguro, saldría un coctel interesante. Uno de esos que hasta Piqué se tomaría cualquier noche sentado en la barra de un bar. O en la mesa de un casino.
Piqué pasea mucho últimamente. Paseaba con Guardiola, pasea con la Selección y, aunque parece que le caen críticas, lo cierto es que sigue. Aún se recuerdan sus bromas en algún que otro avión –más propias de un adolescente que nunca ha crecido–. Éstas no sólo no fueron censuradas, sino, peor aún, reídas por muchos. Y ese, créanme, es el gran problema. Piqué pasea su indolencia y nadie en su entorno habla.
¿Recibe críticas públicas? Claro. ¿Las páginas se llenan de comentarios negativos? Claro. Pero si algo ha aprendido el chaval es a ignorar la crítica pública y a pasar de puntillas sobre cualquier comentario sobre sus actos. Como diría él en ese lenguaje nocturno tan zafio que parece dominar, “le resbala”.
Pero lo peor no es eso. Lo peor es que se sabe además fuerte en el club. Piqué fue uno de los que lanzó un pulso a Guardiola, y todos sabemos donde está uno y donde está otro. Por eso al jugador quizás no haya que criticarle tanto en público, sino simplemente exigirle más en privado. Tenemos un club que le paga. Donde además es uno de los iconos más conocidos y reconocidos.
Piqué no solo paseó esa noche. Hace tiempo que pasea por el fútbol. El Barça y sus técnicos deben responder no sólo por los jugadores dentro del campo, sino también fuera del terreno de juego. Muchos son un ejemplo donde los niños se miran, y la verdad, escuchar lo dicho por Piqué merece no una crítica pública de esta humilde columna, sino una reprobación mayor del técnico del Barca, Luis Enrique. Una reprobación pública y privada dura, muy dura. Ese jugador es lo que es gracias al club, y quizás no debe olvidarlo. Pero quizás también es momento que el club, y su entrenador, se lo recuerden.