Cuando en unos años los historiadores repasen la actual campaña electoral es más que probable que la consideren la primera campaña de las mentiras. Hasta la fecha prácticamente todas las campañas electorales en Catalunya, y por ende en España, estaban basadas en promesas incumplidas, pero nunca hasta ahora se habían articulado sobre la base de la mentira.
Hoy mismo he desayunado con un twit de Ramón Tremosa, el eurodiputado de CIU en Bruselas, donde literalmente decía : “Thatcher y Miterrand llamaron a los parlamentos bálticos que proclamaban la independencia para decirles que nunca entraréis en la UE. A los pocos meses ya estaban… “.
Muchas cosas chirrían en esos 140 caracteres. Primero desconocemos si son ciertas o no las llamadas. En todo caso es curioso pero la proclamación de independencia fue en el 1991 y Thatcher dejo el gobierno en el 1990. Y si la proclamación fue en 1991, la entrada en la Unión Europea fue en 2004. Es decir, los meses de Tremosa –debe tener una manera curiosa de contar– se convierten en 13 años. Eso sí el twitt se ha dado por bueno y rápidamente se ha expandido por la red. Tremosa sabe de la mentira pero se escuda en que no le cabía la explicación entera.
Como en otras ocasiones algunos siguen prostituyendo la historia en su afán de crear escenarios adecuados para sus pensamientos. Nadie duda de que la diferencia entre una promesa electoral incumplida y una mentira es brutal. La primera se basa en un objetivo, fácil o difícil, y la segunda literalmente en la simple manipulación de los datos para engañar a la gente.
Esta campaña, donde la mentira es el pan de cada día, ha querido obviar los problemas reales de Catalunya: el aumento de la deuda, los impagos de la administración, los recortes, el incumplimiento general de las promesas que les llevó a gobernar – recuerden el Gobierno de los mejores – por una quimera llamada independencia. Ya hemos dicho en múltiples ocasiones que podríamos ser favorables a la independencia si esta fuera bien explicada –en eso hasta es más realista ERC–, y si no quisiera ser metida por embudo a través de las mentiras y el mesianismo caudillista a lo Moisés de Artur Mas.
El objetivo del resto de partidos es simple. Explicar las cosas como son. El desastre de estos dos años ha sido tan grande que la quimera – metida con calzador – acabará atragantada a las primeras de cambio. Así de hablar de independencia hemos pasado a hablar de desahucios en pocos días, y si los medios rehenes de sus pagadores como TV3 o La Vanguardia no se esfuerzan mucho, aún habrá tiempo para hablar de la Catalunya real. La de los problemas. La de la gente que no tiene recursos. La de los comedores sociales. O la del euro por receta, mientras su líder duerme en suites en viajes donde nadie le quiere ver.
Esa Catalunya es la que debe hablar, la que debe opinar, y la que debe preocuparnos a todos. Esa Catalunya que se levanta a las 6:00 de la mañana, que se encuentra una enésima huelga, donde los trenes van con retraso. Esa Catalunya que no llega a final de mes, donde avanza sus pagos como las farmacias, y el Govern no les paga. Esa Catalunya real que no miente en la historia, sino que simplemente la vive.
Crear un programa electoral es muy fácil cuando has hecho una gestión fatal. Sólo hay que buscar nuevos objetivos faraónicos desde la silla del Palacio Presidencial, o desde el Parlamento Europeo y dar las órdenes a los medios para que las propaguen. Pero ellos, nunca bajando a la calle, excepto para ocuparla con algunos de sus acólitos, muchos de buena fe y otros totalmente engañados y manipulados. Pero, y eso es la democracia, al final todos los que salen y los que no, tienen el mismo derecho y valor de su voto.
Quizás la presión de los medios afines, la constante manipulación, los datos tergiversados hagan caer la balanza más para un partido que para otro. Pero en todo caso los votantes debemos saber que el día siguiente al 25N nuestro acto habrá definido un nuevo escenario. Un nuevo escenario donde curiosamente, y eso es seguro, seguirán los mismos, y donde curiosamente seguirán habiendo problemas.
Es una lástima que en una situación tan excepcional como ésta, en vez de salir líderes, aparezcan mesías. Un problema muy repetido en la Europa de los años 20 y 30. Es una lástima que un siglo más tarde en esta Catalunya puntera, o así se nos ha vendido, se haya evolucionado tan poco que aún las mentiras y la manipulación sean el principal camino para la victoria. Es triste que sea en el siglo XXI donde por primera vez una campaña electoral tenga como base la mentira.