La Caixa y el cerdito (la hucha) de mi hija

Ayer estaba hablando con teléfono con mi hija pequeña y me preguntó por que estaba enfadado. Entonces quise explicarle que hacia unos minutos había visto que La Caixa (esa de hablemos!), me había quitado (cobrado, robado, como quieran decirlo) 28,00 euros por mantenimiento en una de las cuentas que tengo allí, 3 euros en otra. y 1 euro en otra. Todo sumado a los 11,60 de cada principio de mes, también curiosamente por mantenimiento, es decir unos 5o euros al mes.

Pense que explicarle a mi hija que era una comisión de mantenimiento de la Caixa, www.lacaixa.es, era complicado, y sobre la marcha le explique una historia que entendió mejor. Le comente que su papa tenía els dinerets (el dinero en catalán) en un cerdito como el que ella tiene (realmente tiene una vaca como hucha, pero queda más plástico y efectivo decirle el cerdito), y que cada mes desaparecía alguna moneda del cerdito. Ella tiene (información confidencial) 27 euros, y le comente que es como si cada mes desapareciera 1-2 euros de forma automática. Su respuesta fue rápida «eso no puede ser, te están robando, papa..me engañas».

Como dicen, los niños tienen la ventaja de decir las verdades, y su respuesta, me hizo pensar en que los «grandes» somos tan tontos que a veces no vemos las cosas obvias de la vida, y hace falta alguien inocente para ver la realidad. Enfadado con mi ignorancia me puse a leer que debe hacer un banco y como gana dinero; y cual es mi sorpresa que la teoría es que ganan dinero por que mueven el dinero que la gente les deja, pero no por «cobrar por dejarlo», es decir su función es invertir lo que tienen tuyo, y luego repartir los beneficios contigo, en forma de intereses, quedándose un margen

Esta claro pero que a día de hoy lo invertido les ha salido rana, y se dedican directamente a sacar (con el consentimiento del Banco de España) directamente dinero de las cuentas, cual metiendo la mano en el cerdito de mi hija. Claro mi hija, que tonta no es, me comento pues que a su cerdito le quitan dinero cada mes, romperá el cerdito y guardará el dinero en otro lado. ¿Qué sentido tiene mantener un cerdito que sólo se dedica a comer tu dinero?, preguntaba.

Supongo por edad o necesidad, yo es probable que mantenga todavía a mi cerdito, pero tengo dudas que las nuevas generaciones quieran tener un cerdito tan grande que sólo les saca dinero. O el cerdito empieza a mover el rabito o cada vez va a ser menos necesario, y papa estado, llegará un momento que, como cualquier empresa privada, no deba darle mas frob, dineros públicos o avales; y la gente con cada vez menos recursos mirara otras opciones más «infantiles» pero más lógicas.

Como colofón aun recuerdo hace unos meses que ganamos un proyecto de unos 240 000 euros (unos 6-8 puestos de trabajo nuevos), y la Entidad que lo concedió (una Institución Cultural Pública) sólo nos pidieron como garantía un aval de una parte de mismo. La Caixa (único banco con el que trabajamos) considero que no era oportuno conceder un aval (a pesar de hablar con el «rey máximo» de la Entidad que lo paso a algún vasallo que no lo entendió). El proyecto se perdió, por lo que nunca se contrató a gente, que por cierto seguramente hubieran pagado otra hipoteca, y al final esa historia simple es la historia de muchas empresas de este país los últimos años.

En definitiva todo me ha hecho reflexionar que quizás el cerdito de porcelana de mi hija no piensa en exceso, pero creo que en su interior es consciente que aunque su madre, o su padre lo protejan (entre líneas el estado o gobierno, por si alguien no entendía el juego de palabras!), cualquier día que mi hija quiera su contenido lo romperá. Y esa es la única norma valida, que a pesar de lo que digan mi hija tiene toda la fuerza sobre el cerdito por que sabe que vive gracias a ella. Claro cada niño es libre de romper su cerdito, pero ¿cuantos adultos podemos o queremos hacerlo?. ¿Cuántos sabemos que la fuerza es nuestra?. ¿Cuántos cerditos hemos roto en la vida?

Es triste pero si de algo adolece nuestra generación es de la capacidad de análisis de las cosas sencillas. Nos complicamos con retóricas, con historias excelsas, con sabidurías, pero olvidamos que quizás nuestra vida es más fácil de explicar con la simple visión de un niño y su cerdito. Que simples son las cosas!, y que complicadas las hacemos!

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