Cada vez que escucho a alguien usando la palabra internacionalización, yo incluso la uso en muchas ocasiones, pienso en que algo falla en nuestro sistema. En el siglo XXI salir ahí fuera no debe ser internacionalizar sino simplemente ser el día a día de cualquier empresa. Hablar del mercado global no es solo una frase bonita sino debe ser una realidad.
Algunos contamos los países donde tenemos clientes, ahora cerca de 80, como una novedad y una forma de marketing. Hacemos mal uso de una realidad que debería ser común, pero como precisamente no lo es nos permite jugar con su uso. Convertimos algo que debería ser normal en una anormalidad del mercado, y eso nos diferencia con fuerza de otros. El día que sea lo más normal deberemos buscar la diferencia en algún otro aspecto. Pero conociendo lo que cuesta cambiar la cultura empresarial del país, tenemos todavía muchos años por delante.