Estos días por los Emiratos he tenido la oportunidad casual de intercambiar opiniones con un comentarista de fútbol de una cadena televisa internacional. Tras explicarle que escribía sobre el Barça y su entorno –curiosamente entendió ese concepto- lanzó finas ironías sobre el futuro del club e izó un comentario para reflexionar comparándolo con el Arsenal.
Indicaba que tras la llegada de la compañía Emirates de Dubai, y sus millones, el Arsenal había ido perdiendo su identidad. Que en encuestas a pie de campo habían detectado la cada vez menor presencia de “fans” del equipo inglés y un claro aumento de “turistas” atraídos por la repercusión social del club. El Arsenal había pasado de ser un club local, de los suyos, a ser el club de los otros.
Una reflexión que debería hacernos pensar adónde nos dirige la cada vez mayor presencia de Qatar Airways en el Barça. Está claro que la repercusión mundial del club es cada vez mayor. Los millones no son pocos para dotar al máximo de potencialidad a la plantilla. Pero quizás debamos reflexionar si era posible llegar a los mismos logros sin perder tanto la identidad del club. Total, sin Qatar, y tirando de la Masía, el Barça logró su época más dorada con Guardiola. Reconozco que desde que fui de pequeño al campo el perfil del espectador ha cambiado de forma brutal. Es positiva la internacionalización del club. Pero como en el caso del Arsenal es difícil entender un club con una identidad dubitativa.
Los millones al final sirven para comprar cosas. Pero si quien vende sabe el valor de lo que tiene, sentimientos incluidos, lo interioriza hace ese trasvase más coherente. Quizás, y esa es la gran duda, algunos miembros del club piensan más en su bolsillo que en un sentimiento. Y cuando mezclas ambas cosas, dinero y sentimientos, siempre tienes opciones de confundirte y, peor aún, confundir a todos. Como en otros artículos, lastimosamente tiempo al tiempo.