El duelo de semifinales de la Champions entre el FCBarcelona y el Bayern de Múnich comportará una lucha fratricida en el imaginario barcelonista. Ese lugar oscuro, escondido en muchos casos, donde habitó el gran Johan Cruyff desde principios de los años 90. Más tarde fue conquistado por su discípulo, Pep Guardiola, y, ante la sorpresa de la mayoría, puede ser alcanzado en breve por Luis Enrique.
Los números del asturiano, como se han encargado de recordar algunos medios, son impresionantes. Nadie ha tenido un mejor inicio en la historia del Barça. Nadie duda tampoco que, a día de hoy, la estela de Pep Guardiola está alejada de la de Luis. Pero, ¿qué pasará si el técnico local elimina a Guardiola en las próximas semanas? Conociendo el famoso entorno del Barça, Luis se convertirá en el nuevo Mesías culé.
Curiosamente, un técnico “destituido” desde hace meses, y que simplemente aguanta porque nadie supo qué hacer con él, triunfa ahora en el Barça. Y digo curiosamente porque ese escenario “innatural” podría convertirse en “divertido” en los próximos meses. Seamos realistas. Si el Barça gana los tres campeonatos en liza, la Champions, la Liga y la Copa, tema por cierto bastante probable, Luis Enrique ascenderá al imaginario barcelonista. Pero ¿qué pasará si el técnico decide cumplir lo pactado durante su crisis con Messi, coge y se larga?
Luis Enrique es un personaje muy criticable. Igual que Pep, es un histérico del fútbol. Tema fundamental para triunfar en cualquier club de élite. Pero con un punto, como más de uno comenta, explosivo. Si Pep meaba colonia, Luis mea fuego. Y qué momento más divertido, por no decir patético, sería ver al entrenador del mejor equipo del mundo renunciando a su cargo después de ganarlo todo. Escuchando a Luis Enrique, a nadie le extrañe esa reacción. El Barça quedaría, aún más, al nivel del asfalto. Sus vergüenzas al aire.
Quizás por eso algún conocedor del tema “entorno” del club se plantea que es mejor para el Barça mantener en la cúspide del imaginario colectivo a un Guardiola alejado pero triunfador, que a un Luis Enrique ganador pero con ansias de venganza. Algunos ya lo comentamos en su momento. Lo de enero y Messi no fue el final de una crisis interna. Fue el principio de una debacle como gestión de club.